Las escenas de caza de la pintura rupestre pueden considerarse la primera manifestación del tema deportivo en el arte. En la literatura nace en la Antigüedad con Píndaro, quien celebra en sus odas triunfales las hazañas de los campeones olímpicos. Después será posible rastrearlo en las obras de nuestros clásicos y en las sucesivas épocas y escuelas artísticas. Pero es con los avances tecnológicos que traen al siglo xx nuevas y deslumbrantes máquinas y con la inauguración en Atenas en 1896 de la I Olimpiada del mundo moderno cuando alcanza un auge inusitado y prácticamente se iguala, en cantidad y calidad, a los temas artísticos de siempre.
Para las vanguardias, para los hombres y mujeres de los felices 20 el deporte es un signo de modernidad, hasta tal punto que los artistas no sólo lo llevan a sus creaciones sino que además, en muchos casos, lo practican con entusiasmo. A partir de entonces los ejemplos del tema deportivo en la literatura y el arte han aumentado a un ritmo vertiginoso.
Litoral, que nació en esa época apasionada por todo lo nuevo (el cine, la música de jazz o el culto a la máquina y al cuerpo), presenta ahora en este número una selección de las páginas más brillantes sobre el deporte en la narrativa y la poesía hispanas del xx, preparada por José Antonio Mesa Toré y Alfonso Sánchez Rodríguez, autores en 2003 de una antología titulada La generación del 27. Una generación deportiva. En nueve secciones distintas, el fútbol —indiscutible rey de la bibliografía sobre este tema—, los otros juegos de pelota, el boxeo —también con una fecunda tradición artística y literaria—, el ciclismo, el motor, los deportes náuticos y los de nieve, el atletismo y la hípica, y, por último, los juegos de salón tienen sus momentos de gloria en la escritura de más de un centenar de autores de diferentes generaciones y tendencias. Como pórtico, varios artículos que estudian el deporte como tema literario, su protagonismo en las vanguardias —con una breve muestra de la obra de algunos escritores europeos que hicieron de él su mejor fuente de inspiración—, y las desmesuras del lenguaje deportivo.
Paralela a la selección de textos, discurre una amplia recopilación de cuadros, carteles, fotografías o esculturas que han sabido captar las posibilidades expresivas del deporte y en la que no faltan los grandes artistas de nuestro tiempo. Un tiempo que ha visto cómo de ser una práctica reducida de las clases burguesas, un signo más de esnobismo, el deporte ha pasado, a gran velocidad, a convertirse en un fenómeno de masas, formadas en parte por incontables creadores