EDITORIAL
El humor es la razón cuando se vuelve loca.
Groucho Marx
El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa. Una reflexión demoledora de Nietzsche que hace pensar en el inmenso salvavidas que ha sido el humor para todas las criaturas del universo, porque en la risa, ese balbuceo lúdico, instintivo, contagioso, estereotipado e incontrolable, como la califican los neurobiólogos, está la vida. Esa expresión facial que hace flexionar diecisiete músculos cerca de los extremos de la boca y enseñar a veces nuestras encías y dentadura, es el chispazo que ilumina la corta emoción que llamamos felicidad, y para el hombre, un ser sufriente por naturaleza, ese estado de ánimo es vital para subsistir en el mundo encendido y difícil que le ha tocado vivir.
Sólo hace falta ver las noticias de cada día, en las que mal brilla sobre el bien y la estupidez sobre la razón, para justificar y dar sentido a este viaje indomable que hemos emprendido hacia la alegría.
Vamos a reírnos, a carcajadas si es posible, con todas las armas a nuestro alcance, con la ironía, la sátira, el absurdo, pero especialmente con el ingenio. Pensadores, escritores, poetas, humoristas gráficos, cómicos, payasos, pintores serían los pasajeros.
A todos los metimos en los camarotes de este barco, a empujones, pero los metimos, queriendo emular aquella Noche en la ópera de los hermanos Marx, que junto a Chaplin, Keaton y otros artistas del cine mudo y del cómic iluminaron la risa para las futuras generaciones. Pero antes, mucho antes de que Cervantes nos hiciera reír con El Quijote, que Lope de Vega, Góngora o Quevedo dibujaran perfectamente el sarcasmo, esa forma ruin del humor, pero al mismo tiempo la más ingeniosa, antes de que empezara la literatura picaresca, el Lazarillo y muchísimo antes que naciera Ramón Gómez de la Serna y la generación cómica del 27 y los surrealistas franceses, o los creadores y artistas de las revistas satíricas españolas, antes, un montón de tiempo antes, nos decía Herodoto, que quien no se permite un poco de diversión terminará inestable o loco, sin siquiera ser consciente de ello. Como la inestabilidad y la locura están en nuestro sistema nervioso, aferradas al destino de esta revista desde hace más de noventa años, necesitábamos este líquido prodigioso, esa pequeña pócima de felicidad que es el humor para seguir adelante.
Este Litoral tiene además otra revista en su interior a la que hemos llamado Humoral, recipiente de un gran número de excelentes humoristas, aquellos que conforman la historia cómica y gráfica de nuestras vidas. Algunos involucrados con Litoral desde el principio, como Chumy Chúmez o Mingote, suscriptor desde el primer número de esta publicación.
Estas páginas, tejidas muchas veces con la mandíbula, quieren ser en su conjunto un homenaje a todos esos seres fascinantes que han sido capaces de hacernos flexionar los diecisiete músculos de la cara y reflexionar sobre la vida.
El humor es la cortesía del miedo dijo Boris Vian. Nosotros queremos mataros de risa, tenemos total impunidad. Dense por muertos en nombre de la poesía.
LORENZO SAVAL