Lorenzo Saval, chileno de nacimiento y malagueño de corazón y alma, llegó a España en 1973. Poco después entró a formar parte de Litoral, cuando la dirigía José María Amado, a quien tomó el relevo. Al mismo tiempo que promocionaba a escritores y artistas plásticos en las páginas de la revista fue creando una obra personalísima a la que su autor apenas concedió importancia, quizás porque se sentía recompensado por el mismo proceso creativo. Sus collages, artefactos y pequeñas esculturas fueron encontrando acomodo en museos, colecciones particulares, exposiciones en museos públicos y galerías privadas, portadas de Litoral, ilustraciones para cubiertas de libros, carteles, escenario de giras musicales, etcétera. Y así pasaron 47 años, los que van de 1976 a 2023.
Saval, con edición al cuidado de Antonio Lafarque y Miguel Gómez, es un catálogo antológico de ese periodo creativo en el que participan poetas, narradores, críticos de arte y periodistas que examinan la producción de Loreno Saval a lo largo de sus 320 páginas, ordenadas en dos grandes secciones: Obra y Miradas. La primera, Obra, está dividida en 21 capítulos temáticos encabezados por un texto escrito para la ocasión, y la segunda, Miradas, agrupa textos 23 textos y varios poemas compuestos entre 1974 y 2016. La introducción al volumen lleva la firma de Juan Manuel Bonet.